Reflexiones sobre la dirección de centros de Ángel Felpeto, publicadas en el número 4 de la Revista Docencia e Investigación de la UCLM, Año XXIX, Enero/Diciembre de 2004, 2ª Época, núm. 14
Las reflexiones de D. Ángel Felpeto acerca de la figura del director aportan, sin duda, una alto grado de conocimiento en torno a lo que debe ser (y lo que no) un profesional de la enseñanza que dirige un centro educativo y, por ende, la cabeza visible de esa comunidad educativa. Como en casi todas las facetas de este mundo que nos rodea, este grado de conocimiento, basado en sus experiencias personales, nos aporta un buen puñado de luces y alguna que otra sombra, según mi modesta opinión.
Vayamos con las luces. Bien es cierto que, sin un liderazgo patente por parte del equipo directivo, el centro se vapulea, zozobra y hasta puede atisbarse una deriva lejana. Como afirma Felpeto, Un centro bien dirigido y como diremos mas adelante bien liderado es el núcleo de una comunidad educativa donde los profesores trabajan con agrado, donde los padres participan (no es lo mismo que intervenir) y donde los alumnos también cumplen con su deber del trabajo diario con agrado.
Y enlazo esta reflexión con aquella en la que, más adelante, se nos apunta al liderazgo de un equipo:Diré desde el principio que creo en el Director LÍDER como persona que lidera o encabeza un proyecto educativo gestionado por un equipo. Y he aquí la palabra clave en el éxito de esta gestión: equipo. El director orquesta un grupo de personas que debe ser equipo primero para pasar a dirigir después. Y, además, intentará que esta forma de afrontar la realidad educativa se contagie a un “equipo” que se agranda y afecta al claustro de profesores, al resto de profesionales del centro y, a mayor escala, a toda la comunidad educativa.
Así pues, coincido plenamente con D. Ángel Felpero cuando aboga por iniciar esta etapa en el cargo tomando como punto de partida el proyecto educativo: Entiendo, por tanto, que un programa de dirección de un centro empieza por liderar un proyecto y cuando no lo hay es imprescindible presentar al Consejo Escolar como primera iniciativa el compromiso de elaborar ese proyecto (el educativo)con la participación de todos aunque la primera piedra ya se pone en el programa de dirección que se presenta al claustro y al consejo escolar. Lejos de ser un documento de estantería, el proyecto educativo de centro debería ser el documento de mesa, de la mesa del director y de las mesas de los miembros de su equipo, siempre a mano para poder consultarlo y contrastar así el progreso en la consecución de los objetivos planteados, sin que ello, como afirma el ponente, quiera decir que la dirección signifique dedicación exclusiva y casi misionera.
En cuanto a las sombras, y basándome en mi experiencia, no puedo compartir que los maestros no son especialmente bien recibidos en los centros de secundaria: En los centros ya consolidados a donde llegan los maestros y en muchos casos no son especialmente bien recibidos y cuando menos ignorados. Maestro soy y en un centro de secundaria trabajo desde hace casi veinte años; lejos de ignorarme, llevo apreciando, desde casi el primer día, cómo mi opinión cuenta, cómo mi labor es reconocida y cómo mi hacer está presente en el centro. Y me atrevo a pluralizar y afirmar lo mismo por cuantos compañeros maestros trabajan y han trabajado en él.
Discrepo también de la afirmación de Felpero cuando opina que el Centro escolar es una organización compleja, en una pequeña o mediana empresa, en algunos casos una gran empresa con menos o con más de 50 trabajadores. Quizá en esta visión tan mía, tan idealista, nunca aceptaré que mi centro sea una empresa ni nada que se le parezca: no se me antoja pensar que nuestros alumnos sean “producto” por muy amplio que sea el significado de la palabra. Somos docentes, profesionales de la enseñanza y trabajadores, por supuesto, pero si hemos de pertenecer a alguna empresa, que sea la de creadores de competentes. Y que la competencia de la felicidad sea una de ellas.
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